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Desde 1996, LAFH publicó semanalmente un editorial con el título genérico de en.red.ando. Aquel “dazibao” virtual, que nunca faltó a la cita con los lectores de entonces, era algo muy parecido a lo que hoy se llama bitácora o blog: un texto, un “remailer” para que el lector dejara su correo-e y recibiera un aviso automático cada vez que cambiaba la página, y un pequeño formulario para que expusiera su opinión o comentario.
La tecnología para conseguir esto era muy parecida a una manta de retales: pedazos de software para conseguir que aquello funcionara como una página abierta a la intervención de los lectores. Durante buena parte de 1996 la respuesta fue un silencio absoluto. Llegaron muchos mensajes por vía de “asuntos internos” animando a seguir con la experiencia, pero poca participación a pesar de la invitación expresa a que los internautas no sólo escribieran comentarios, sino que propusieran artículos o temas que reflejaran los usos que hacían de la Red. Franck Muller Casablanca replica watches
La situación comenzó a cambiar en 1997. Hasta el punto que en marzo de ese año en.red.ando se convirtió en una revista electrónica con diversas secciones y un buen número de colaboradores.
La profesionalización de este trabajo trajo la constitución de una empresa, Enredando.com, que empezó a desarrollar un proyecto de comunicación digital en el que la revista electrónica jugó el papel de laboratorio de ideas y de análisis de tendencias. Es decir, en.red.ando se convirtió en un departamento de I+D desde el que se impulsó la conceptualización de la gestión de conocimiento en red, el desarrollo de la tecnología necesaria para ponerla en práctica (en.medi@), así como todo el proceso de formación para capacitar a usuarios y moderadores en el funcionamiento de estos sistemas de generación y gestión de conocimiento y de la plataforma virtual que lo hacía posible.
De esta manera, Enredando.com se convirtió en la primera empresa española que desarrolló lo que hoy muchos denominan “software social” o "redes sociales", lo aplicó a casos concretos como, por ejemplo, el proyecto de “ciudad digital” de la Fundación Tecnocampus de Mataró, la Diputación de Barcelona o el espacio GC-Red.com, donde más de 800 personas trabajaban en un entorno colaborativo sobre temas de gestión de conocimiento en red.
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