El primer contacto de LAFH con Internet fue casual, e inesperado. Con ocasión de una visita a los centros de investigación de IBM en EEUU en 1987, un grupo de periodistas científicos españoles, entre los que se contaba Luis Ángel Fernández Hermana, llegó hasta la Universidad Carnegie Mellon, en Pitsburg. En aquellos días se realizaban pruebas para poner en marcha en Arpa-Net (la red que después se convirtió en Internet) una especie de hoja de cálculo cuyo contenido podía modificar cualquier científico conectado a la Red.
En aquella época, Arpa-Net era una red que funcionaba esencialmente en los centros de investigación y universidades estadounidenses. En una pequeña habitación, los técnicos nos mostraron un primer ejercicio de trabajo colaborativo como no se había realizado nunca antes, tanto en dimensiones como alcance. Investigadores desperdigados por el país trabajaban en equipo a través de la Red como si estuvieran todos sentados en la misma sala, a pesar de que muchos de ellos podían estar durmiendo en esos momentos.
La experiencia apuntaba sin duda mucho más lejos de lo que podía verse en la pantalla: una comunicación bidireccional de aquella envergadura ponía en entredicho el modelo de comunicación que habíamos conocido hasta entonces y abría las puertas a una relación con el espacio virtual de insospechadas consecuencias. La cuestión era si alguna vez saldría al espacio público un avance tan demoledor que permanecía confinado en los centros de investigación y universitarios.
Hoy ya nadie busca –ni necesita- la respuesta. mens pendants silver
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