Todas las organizaciones, cualquiera que sea su naturaleza (empresas, instituciones, administraciones, ONG, asociaciones cívicas, comunidades virtuales o colectivos profesionales, redes ciudadanas, fundaciones, administraciones públicas, centros de investigación e innovación, etcétera) enfrentan hoy retos similares: la necesidad de ser más eficientes en la comunicación interna y externa, en la generación de información y conocimiento de calidad en el momento preciso y en optimizar sus recursos humanos y tecnológicos para alcanzar sus objetivos. Conseguir esta eficiencia supone una serie de beneficios en cadena: disponer de conocimiento de calidad en función de sus objetivos, el ahorro de costes y una mayor productividad y rentabilidad de sus opciones estratégicas.

Desde este punto de vista, el uso de la Red se ha convertido sin duda en un factor clave y determinante. La construcción de la parte virtual de las organizaciones, sean del tipo que sean, les permite ampliar su radio de acción, coordinar sus recursos a otra escala, desarrollar nuevas alianzas, ejecutar proyectos en colaboración con socios a los que no sería posible llegar de otra manera, así como adaptar su dimensión, escala y alcance de acuerdo a los objetivos que se planteen. Internet, por tanto, debiera formar parte integral del funcionamiento de las organizaciones y convertirse en una poderosa palanca para su actuación en el mundo actual.

Un ingrediente esencial de la necesidad de incorporar la Red al quehacer cotidiano reside en la forma como ésta ha modificado sensiblemente el modelo de comunicación y, por tanto, el de la producción de información y conocimiento. La información y el conocimiento que hoy necesitan las organizaciones ya no está únicamente localizada entre sus paredes, en las cabezas de sus miembros o en su experiencia acumulada. Se encuentra también dispersa en redes electrónicas abiertas, o en redes sociales que actúan en dichas redes electrónicas abiertas, como Internet. De ahí que la oferta y demanda de información a través de la Red, su carácter turbulento y aparentemente caótico, esté condicionando, cada vez más, la actividad de las organizaciones ante los retos de la Sociedad del Conocimiento.

Las redes abiertas permiten a las organizaciones, por una parte, trascender sus límites físicos y ponerlas en contacto en un entorno global con personas, colectivos, o entidades que disponen de conocimiento y de experiencias de gran valor para lograr su objetivos. Por la otra, estas redes también permiten que, donde no había organización, ésta surja por la voluntad de los propios usuarios y le impriman la constitución y funcionalidades que mejor se adapten a sus objetivos. En ambos casos, el factor crítico es la la organización de los flujos de comunicación resultantes que contribuye a estructurar la actividad de los integrantes de las organizaciones en red, de forma que la generación y gestión de información y conocimientos pertinentes conduza a la obtención de sus objetivos.

Ya sea a partir de organizaciones pre-existentes o de las nuevas que se crean en la Red, lo cierto es que el entorno virtual facilita la apertura de líneas de trabajo colaborativo en red, la compartición del conocimiento existente y la creación de conocimiento nuevo mediante el contacto (interacción) de personas o de entidades que, antes de las redes abiertas, difícilmente hubieran podido encontrarse “cara a cara” ni acceder de manera directa y transparente a los resultados de dichas interacciones. De todo esto se ocupa la gestión de conocimiento en red.

Para dar este salto cualitativo hacia un trabajo en colaboración en red, las organizaciones necesitan algo más que “estar” en Internet o sólo dejarse llevar por los rasgos más espontáneos y evidentes de la Red. Es preciso sumergirse en la complejidad del nuevo proceso de comunicación mediante la creación de espacios virtuales organizados según una determinada metodología, dotarse de herramientas adecuadas para la construcción de bases de conocimiento e incorporar un nuevo perfil de profesionales capacitado para organizar y estructurar el flujo de comunicación y seleccionar los recursos que hay en las redes en función de los objetivos de la organización. Profesionales preparados en la gestión de la complejidad, capaces de crear y dirigir redes con un alto grado de inteligencia tanto por la interacción que promueven entre los participantes, como por la posibilidad de estructurar los resultados de estas interacciones en bases de conocimiento organizadas, autoreferenciadas, consultables y diseminables. Y traducibles además en productos tangibles de conocimiento.

A estos profesionales les denominamos Moderadores y Gestores de Conocimiento en Red (gc-red). Nuestra experiencia en este campo procede en gran medida de las investigaciones y las actividades desarrolladas por la empresa Enredando.com durante más de ocho años, tanto en el campo de la creación y gestión de comunidades virtuales de conocimiento, como en el del desarrollo de tecnologías orientadas hacia el trabajo colaborativo en red, como en.medi@, una plataforma de gestión de conocimiento en red (PGC-Red). Esta experiencia, que fructificó en proyectos que abarcaron desde la formación en red hasta la creación de entornos para generar y gestionar conocimiento ligados a una amplia variedad de proyectos, está recogida ahora en Moderator, la primera plataforma virtual de aprendizaje en el mundo hispano diseñada para impartir cursos en Moderación y Gestión de Conocimiento en Red (GC-Red). El objetivo es que estos nuevos perfiles profesionales puedan adquirir los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para acometer la tarea de promover la actividad en espacios virtuales organizados y dirigir proyectos desarrollados a través de Redes Inteligentes.

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