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Móviles o estáticos

Autor: Luis Ángel Fernández Hermana
24/2/2004
Fuente de la información: Revista en.red.ando
Organizador:  Enredando.com
Temáticas:  Tecnología  Redes 
Editorial 412

Muchas veces el que escarba, lo que no quiere halla
 

Como suele suceder cada vez que aparece un nuevo chisme electrónico de última generación, vuelve a replantearse qué Internet tendremos en el futuro, sobre todo si será móvil o estática. Parecería redundante discutir sobre estos aspectos en la era de la movilidad, pero hay que vender cacharros y el concepto de lo estático pesa como un lastre en la cuenta de resultados: apela a la idea del teléfono fijo, el ordenador portátil o de sobremesa, quizá la integración de la televisión, un engorro. ¿Qué es eso frente al arsenal de teléfonos móviles renovables cada semana con una función nueva en cada modelo, las agendas electrónicas, los ordenadores de bolsillo o portátiles conectados por WiFi, las tarjetas para conectar cualquier cacharro con la Red? Lo inalámbrico se relaciona con lo insustancial del ser, con lo efímero, con lo etéreo. Y estos son valores que se cotizan en el mercado en esta época tan revuelta y apabullante.

La discusión sobre lo que será Internet ha llegado a tal punto que algunos hasta la borran del mapa. En la presentación del informe de Telefónica "La Sociedad de la Información en España", el orador de la compañía dijo en Barcelona que "Internet cada vez tiene menos presencia, está quedando como una cosa del pasado porque la gente no le ve la utilidad". Claro que, a continuación, pasó a hablar del hogar hiperconectado y de la importancia que iba a tener la nevera en la Sociedad de la Información. Sí, la nevera, porque era el tótem ante el que se congregaba toda la familia. Todo el mundo acudía a ella alguna vez del día y por eso es donde se dejaban notas pegadas a la puerta del frigorífico para mantener el contacto con los demás. Ahora, la cuestión estribaba en incrustar en esa puerta una pantalla y convertirla en el nodo central de las relaciones electrónicas familiares. O sea, la Red enterrada en el congelador.

Por donde se la quiera coger, la discusión sobre lo estático o lo móvil, los cableado o lo inalámbrico, está siempre dirigido hacia los terminales y la infraestructuras, hacia los medios más que los fines. Son discusiones alimentadas por consultoras y/o departamentos de marketing cuyo legítimo objetivo es angustiar al sector de la demanda para que abra los bolsillos en canal y se procure todas las herramientas necesarias e innecesarias para vivir conectado en una sociedad conectada. Es como si debatiéramos que el transporte o será por carretera o no será. No sólo eso: o será por carretera en biplazas descapotables, o no será. Como si pudiéramos decidir la infraestructura de transporte y los medios de transporte sin tomar en cuenta el viaje, el objetivo hacia el que nos dirigimos. Pues en esas estamos. Discutiendo si nos vamos a Pekín desde Barcelona en teléfono móvil o en avión. Absurdo, pero cierto.

Lo que volvemos a perder de vista en esta discusión tan "rabiosamente actual" es que lo fundamental de la Red, lo que la mueve y promueve, es el contenido, no el vehículo (no sólo) para verlo, tocarlo, modificarlo, redistribuirlo, etc.. Si lo hacemos en coche, carromato, a caballo, en avión o en tren, depende de necesidades y disponibilidades coyunturales. En unos casos, el autobús es esencial (no importa la marca), en otros el coche particular, y en otras el avión para quien pueda pagarse el billete. Pero lo importante sigue siendo el viaje y los puntos de llegada. En el caso del mundo real, ese viaje y punto de llegada tiene retribuciones de diferente clase. La Red es un sistema de ordenadores interconectados que almacenan y distribuyen información y conocimiento, que permiten la interacción entre personas y entidades para intercambiar información y conocimiento, que propicia la creación de audiencias nuevas o aumentar el alcance y densidad de las establecidas para generar y gestionar información y conocimiento en red, para desarrollar estrategias de comunicación basadas en la síntesis y distribución de información y conocimiento. Por tanto, los objetivos del viaje son muy claros: obtener información y conocimiento.

Tendríamos que examinar esa información y conocimiento para empezar a discutir "como será la Internet del futuro". Hacerlo desde el punto de vista de los vehículos que nos facilitan el viaje, o de los terminales que nos permiten acceder a la información, es poner literalmente la carreta delante de los bueyes. Si recibimos información por cable o por móvil, delante de un ordenador en el puesto de trabajo o en casa, o en un chisme mientras nos desplazamos de una punta a la otra del mundo, no deja de ser, desde luego, una discusión interesante. Pero lo importante es qué información estamos generando o recibiendo, porque si la infraestructura no está adecuada al tipo de información y conocimiento que transamos en la Red, entonces tendrá razón Telefónica (que de esto sabe mucho) y consideraremos a Internet irrelevante.

En un teléfono móvil se pueden recibir mensajes de alerta sobre cambios en weblogs o en servicios de información de nuestro interés, cotizaciones de bolsa, resultados de fútbol, listas de restaurantes, etc., etc., etc. Esa misma información, más mapas orientados por GPS con los correspondientes listados de los servicios de cada porción de estas cartografías electrónicas y cosas por el estilo, habitarán en los PDA u ordenadores de bolsillo. Incluso ambos cacharritos podrán servir de "diligencias" para transportar documentación y depositarla en otros terminales.

Las cosas se complican cuando se trata del acceso a archivos en entornos de colaboración, donde la producción de información y conocimiento requiera una mayor densidad de intercambios, una intervención en espacios virtuales colaborativos complejos, ya sea para desarrollar proyectos en colaboración, para tomar decisiones, para celebrar videoconferencias entre muchos con consulta simultánea a documentación, para procesos de formación a distancia, para nutrir de herramientas de decisión a equipos deslocalizados, para simular situaciones ya sea para el aprendizaje o la actuación, para ver películas, etc., etc., etc.

La Red no se reduce al terminal, ni a la clásica discusión, tan afecta a los medios de comunicación, del intercambio repentino de información o la oferta ingeniosa de noticias. Forma parte de Internet, por supuesto, pero no encierra el universo de lo virtual. Internet es una herramienta estratégica que permite organizar la comunicación digital, es decir, la capa donde se despliegan las actividades sociales en redes soportadas por ordenadores interconectados. Hay ahí fuera decenas de miles de individuos, colectivos, empresas y organizaciones que, además de estar interesadas en saber dónde están los mejores restaurantes o consultar la lista de los Oscar a cualquier hora del día desde cualquier punto de planeta, también han desarrollado la parte virtual de su organización donde se realizan proyectos, se comparte información entre departamentos deslocalizados, se amplían potencialidades de mercado, etc., y esto requiere acceso a archivos creados interactivamente por mucha gente participando en espacios virtuales complejos.

Si las infraestructuras, y los correspondientes terminales, no están adaptadas para facilitar tanto el proceso de creación como el del acceso a estos entornos, estamos proyectando una visión bastante reduccionista de Internet: con que la Red permita que circulen noticias, listas de distribución o weblogs, qué más da si esto nos llega por el móvil, por conexión inalámbrica o por un ordenador conectado a un cable. Ya está bien. Me conformo. Eso sí, que me lo den a mucha velocidad y que el móvil tenga pantalla de colorines y música polifónica.

Fantástico. Esa Internet o será móvil, o no será. Pero cuando hablamos de gobierno electrónico, educación en red, innovación e investigación en red, etc., tengo la impresión de que estamos hablando de un tipo de información y conocimiento que, sin duda, acepta la transversalidad, pero cuya fragmentación en un mensaje servirá sólo como alerta para acudir con otros medios a otros lugares de la Red donde se pueda trabajar con esa información en las condiciones que permite no sólo consultarla, sino modificarla, enriquecerla y redistribuirla previa inclusión en bases de conocimiento de una cierta complejidad.

Es decir, lo importante es la información y el conocimiento que se almacena y que se puede distribuir digitalmente en la Red en cuanto espacio virtual que los usuarios pueden organizar. Por tanto, la naturaleza de ese espacio virtual es dependiente de los sistemas que permiten almacenar, modificar, buscar y distribuir la información que no sólo procede de ofertadores, sino del encuentro entre la oferta y la demanda. Por eso, a mi entender, lo que sí determinará el futuro de la Red y cómo la consumiremos son otros aspectos muy alejados de los cachivaches, pero estrechamente relacionados con estas consideraciones:

    * Cómo evolucionan las redes, qué tecnologías y herramientas desarrollamos para potenciar la comunicación digital;
    * Los nuevos modelos de conocimiento que surgen en la capa de comunicación digital;
    * Cómo crear y organizar entornos virtuales para generar y gestionar información y conocimiento con el fin de alcanzar objetivos preestablecidos (educación, salud, investigación, desarrollo de la parte virtual de las organizaciones, redes ciudadanas, nuevos medios de comunicación...)
    * Cómo convertir esos entornos en Redes Inteligentes
    * Qué conocimientos son necesarios para diseñarlas y gestionarlas

Sobre esto, no creo que tengan mucho que decir Nokia, Telefónica o los proveedores de redes WiFi. Aunque nos podrían hacer la vida un poco más fácil, claro. Pero, aceptémoslo, esa no es la prioridad que encabeza su lista de preocupaciones. Para ellos, lo primero es vender los vehículos y las infraestructuras para que nos movamos, independientemente de adónde queramos o necesitemos ir. Para nosotros, lo más importante es construir los lugares donde sucedan las cosas que hagan que merezca la pena ir hasta allí. Está claro que para cada uno la Internet del futuro es bastante distinta y se corresponde con visiones que no sólo afectan al trabajo en red y en la Red, sino que trascienden incluso hacia visiones más amplias del mundo en el que nos desenvolvemos. Pero esto es materia de otro artículo. 
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