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América redescubierta

Autor: Luis Ángel Fernández Hermana
01/1/2002
Fuente de la información: Revista en.red.ando
Organizador:  Enredando.com, S.L
Temáticas:  Comunidades virtuales 
Editorial número 300

Lo poco, el uso y el tiempo, hace mucho

Como dicen en el acompañamiento de algunos palos flamencos, vamos a arrancarnos con el editorial 300 de en.red.ando, número redondo una semana antes del sexto aniversario de la revista. Nadie hubiera imaginado, ni yo ni los que entonces formábamos parte del entorno tertuliano de Internet, que después de todo este tiempo seguiríamos dando la tabarra por estos campos virtuales del... ciberespacio. Y menos habríamos podido pensar que, tras todo este tiempo, las convulsiones y evoluciones que ha experimentado Internet iban a colocar en el centro de atención no sólo muchos de los planteamientos que hemos venido elaborando y defendiendo durante estos seis años, sino incluso los desarrollos tecnológicos con que hemos tratado de respaldarlos y que comienzan a tener una presencia paradigmática en el mercado de la Sociedad del Conocimiento. El primer y más persistente de estos planteamientos es el papel crucial de las comunidades virtuales de conocimiento y, respecto a los desarrollos tecnológicos, sistemas, como en.medi@, que permiten estructurar estas comunidades y organizar y gestionar el conocimiento que generan.

En las últimas semanas, una serie de trabajos, la mayoría procedentes (¡cómo no!) de EEUU y rápidamente convertidos en material "propio" por los epígonos locales, ha "redescubierto" el valor de las comunidades virtuales. Llegar a esta frontera no ha sido fácil. Los palos recibidos por el camino han escaldado a más de uno. Todavía nos envuelve la neblina de los grandes negocios con pies de barro, así como las pintorescas metáforas sobre el alcance de Internet y sus enormes e inteligentes posibilidades, sin que se ofrezcan los mimbres necesarios para urdir este canasto. Pero, entre esta bruma, quienes ayer aconsejaban que los negocios en la Red debían ser de éste o de aquel color y se lanzaban a una catarata verborreica para sostener sus planteamientos desde el punto de vista económico, ahora se enfrentan al dilema inescapable de que estamos en un entorno sumamente productivo desde el punto de vista de las interacciones entre personas, colectivos, empresas, organizaciones y administraciones, un entorno mucho más inteligente que su simple reducción a un mero valor monetario. Y, en la encrucijada de estas interacciones ahora detectan la emergencia de comunidades virtuales de diferente signo, con la suficiente masa crítica y raigambre como para constituirse, ahora sí, en el armazón de la Economía del Conocimiento.

En EEUU casi ha coincido en el tiempo la publicación de dos estudios, curiosamente promovidos por entidades radicalmente diferentes, pero muy coincidentes en sus planteamientos. Por una parte tenemos el informe Online Communities: Networks that nurture long-distance relationships and local ties (Comunidades virtuales: redes que alimentan relaciones de larga distancia y lazos locales"), elaborado por el Pew Internet & American Life Project. En la introducción ya se señala que 90 millones de estadounidenses han participado en grupos virtuales, una calificación ésta que después se matiza desde el punto de vista de la regularidad de los contactos, las actividades que desarrollan y el tipo de vinculación que establecen con los miembros de las comunidades virtuales.

Este trabajo ya estaba prácticamente concluido cuando se produjo el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York. Los autores, sin embargo, señalan que, en los días siguientes a este trágico evento, el 33% de los usuarios de Internet en EEUU leyó o publicó material en chats, boletines electrónicos, foros virtuales, listas de distribución, etc. En contra de lo que sostienen los análisis al uso, sobre todo los divulgados por los medios de comunicación con el pleno respaldo de los gobiernos de EEUU y Europa (sin olvidar a las consultoras, que se están reconvirtiendo rápidamente hacia el ámbito de la seguridad y no cesan de proclamar cuán inseguro es el mundo en que vivimos y cuánto mejor estaríamos si les pagáramos a ellos para que nos aconsejaran sobre la mejor forma de protegernos), el estudio de Pew Internet deriva hacia el imprevisible paisaje que pueden dibujar las comunidades virtuales tras el 11-S.

Al reseñar los puntos más destacados de la investigación, los autores del informe señalan: "Aunque mucho del material publicado [por los internautas] al principio reflejaba el horror por los eventos, las discusiones online pronto emigraron hacia el dolor, la discusión y el debate sobre cómo responder, así como la solicitud de información sobre los sospechosos y quienes les patrocinaron. Junto con la dramática muestra de espíritu comunitario en el país tras el 11 de septiembre, hay esperanzas de que el rechazo y el impacto que causaron los ataques en los estadounidenses haya encendido una renovación del espíritu cívico en EEUU. El vigor de las comunidades online analizadas en este informe sugiere que los grupos virtuales en Internet pueden jugar un papel de apoyo en cualquier florecimiento duradero de la vida comunitaria tras los ataques".

El otro informe está elaborado por la consultora McKinsey-Jupiter Media Metrix, una de las más importantes del mundo si se toma en cuenta el precio de un simple estornudo de cualquiera de sus especialistas. Esta empresa, cuyos sesudos estudios han estado en la mesita de noche de muchos de los protagonistas de los más estrepitosos fracasos en la era de la Internet del Nasdaq, redescubre ahora dónde está la clave del concepto "pegajosidad" de un sitio web: en las comunidades virtuales (véase The case for on-line communities). El trabajo de McKinsey, adornado con todo el oropel lingüístico del caso, viene a reivindicar el valor que representa para el usuario el sentirse parte de una comunidad virtual. Cuando esto sucede, incluso hasta compran más, lo cual parece sorprender gratamente a los autores del estudio, por lo que recomiendan encarecidamente a sus clientes que se tomen en serio esto de "crear comunidades".

Tras este redescubrimiento de América, ¿cuál es el consejo para la creación de estas comunidades? Muy simple: chats, boletines electrónicos, páginas para reseñar productos y otras funcionalidades de este tipo que contribuyan a los intercambios entre los usuarios e incrementen el valor del contenido de esos sitios web. Lo sorprendente (hasta cierto punto) es que el consejo se ha elevado ya a dogma en el selecto campo de los economistas de Internet y, en apenas unos meses, ya han aparecido análisis de diferente signo alabando el descubrimiento de McKinsey, cuando no enriqueciéndolo con nuevas e ingeniosas aportaciones. Por ejemplo: cómo el valor del contenido elaborado por una redacción es claramente inferior al valor del contenido generado por los propios usuarios, etc. Incluso se citan lugares (de EEUU, por supuesto) donde ya se está experimentando con esta dualidad de contenidos. La propia lista Online-News, una de las más interesantes sobre el impacto de Internet en los medios de comunicación, lleva ya una larga diatriba desde mediados de noviembre sobre este tema: ¡cómo puede ser que los medios no hayan descubierto el valor del contenido aportado por comunidades virtuales locales que constituyen su audiencia natural!

Como saben quienes nos han seguido estos años, la constitución de comunidades de conocimiento ha constituido el eje de los planteamientos y la actividad de en.red.ando. Hemos desarrollado incluso una tecnología, en.medi@, que no se basa en salas de chats ni en boletines electrónicos, sino en la estructuración del conocimiento aportado por los propios usuarios en espacios virtuales organizados por moderadores y gestores de conocimiento en red. Además, somos de los pocos, que sepamos, que estamos en disposición de formar a diseñadores de estas redes inteligentes e instruirlos en su manejo, ya sea para desarrollar proyectos de empresa, entre empresas, ONG, administraciones locales o cualquier entidad que acepte el desafío de configurar su estrategia a partir de una colaboración estrecha con comunidades virtuales que, lo sepan o no de antemano, constituyen de hecho su audiencia natural.

Ha costado, ha sido un largo viaje, pero estamos de acuerdo con Pew Internet & American Life Project, así como con McKinsey (la de dinero que le habríamos ahorrado a los clientes de este último), que el rasgo más sobresaliente de Internet durante los próximos años será la imparable emergencia de las comunidades virtuales, comunidades virtuales de conocimiento, cuya actuación con el fin de alcanzar un amplio espectro de objetivos sociales, políticos, económicos y culturales determinará, en gran medida, la Internet que tendremos y su impacto fuera del ámbito de las redes, en el mundo real. Unas veces, esta actividad tendrá un respaldo monetario. Otras, no, no al menos al principio. pero, en su conjunto, conformará sin duda la parte medular de la Socidad del Conocimiento.

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